El Lenguaje silbado – Estudio histórico-etimológico

El texto que se reproduce a continuación es un fragmento correspondiente a la introducción de la obra:

Reyes García, Ignacio. 2004. El habla de los antiguos gomeros. Estudio histórico-etimológico. S/C de Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales.


2.3 Lenguaje silbado

Sin duda, la peculiaridad más extraordinaria del lenguaje is­leño actual reside en el silbo. Ciertos rasgos internos y unas pocas referencias etnohistóricas inducen a pensar que esta forma de ex­presión pertenece a la antigua herencia amazighe.

Aunque todo el paralelo continental que se ha podido aducir hasta ahora procede de un dato bastante inconcreto: «It is said that there is a tribe in the Atlas Mountains which talks in the same way. […] The writer does not know the name of the tribe in question» (Brown 1898: 170).

No obstante, las crónicas francesas de la conquista de Canarias ya advirtieron una contingencia curiosa: «[…] et est le pais habite de grant peuple qui parlent le plus estrange langage de tous les autres pais de pardessa et parlent des baulieures ainssi que si fus­sent Sans langue […]» (LC (LXVII: 47v.) 2003: 335)1. Más tarde, a finales del siglo XVII, es el médico Marín de Cubas quien re­coge, en el relato de la conjura contra Peraza, la mejor y más anti­gua reseña del uso comunicativo de esta práctica:

[…] despues de una hora salio afuera la vieja â el siluo que dio un Ganadero frontero de unos riscos, y era un sobrino Primo hermano de Yballa, llamado Pedro Hauta Cuperche, y dixo â el sobrino anda avisarles que vengan, y esto en su lengua; volviose ala Cueba ala visita del huesped, y siendo ia medio dia resonò encima del risco un grandioso silvo â el qual salio la vieja otra vez, y dixo dentro esta; y luego resonaron muchos y repetidos silvos de que Yballa se asustò y le dixo â Hernan Peraza estos mis parientes te quieren ò matar, ò prender huie, […] [Marín 1694: 63v].

A juzgar por las características que hoy se conservan de este sis­tema de comunicación, posee «la estructura básica de un len­guaje natural y sirve para su sustitución» (Trujillo 1978: 7). Por tanto, como cualquier lenguaje articulado, se configura sobre un repertorio de unidades expresivas distintas que se combinan para formar elementos con significado (semantemas). Ahora bien, las limitaciones físicas que impone el aparato emisor condicionan los contrastes fonológicos posibles, pues «el silbo sólo admite diferen­cias de altura tonal (grave / agudo) o diferencias relativas al carácter continuo o discontinuo de la línea melódica (continuo / interrupto)» (Trujillo 1978: 8).

Esta situación restringe el caudal fonemático realizable a dos vo­cales y cuatro consonantes. Si consideramos sólo el timbre y el tono de los sonidos, obtenemos el siguiente agrupamiento de los fonemas básicos en la lengua amazighe:

– vocales graves: /a, u/;

– vocales agudas: /i/;

– consonantes graves: labiales /b, f, m/ y posteriores /g, ɦ, ћ, k, ʁ, q, χ, w, ʕ/;

– consonantes agudas: dentales /d, l, n, r, s, t, z/ y paladiales /ʃ, j, ʧ, ʤ, ɲ, ʒ/.

Si a esta diferenciación le añadimos la variable articulatoria, el resultado teórico, que no empírico, queda como sigue:

– consonantes graves continuas: /f, m, ɦ, ћ, ʁ, χ, ʕ/;

– consonantes agudas continuas: /l, n, r, s, z, ʃ, ʒ/;

– consonantes graves interruptas: /b, g, k, q/;

– consonantes agudas interruptas: /d, t, ʧ, ʤ, ɲ/.

Teniendo en cuenta que mediante el silbo se reproduce la len­gua corriente, es posible que este esquema sufriera algunas varia­ciones prosódicas. Por ejemplo, incluyendo la consonante /b/ en­tre las graves continuas /b, f, m/ o la consonante /d/ entre las agu­das continuas, cambios fonéticos atestiguados en las manifestacio­nes insulares y continentales de la lengua amazighe. Pero, con todo, reúne un inventario suficiente de oposiciones para componer mensajes inteligibles, acaso sin mucho mayor esfuerzo que el ne­cesario para deletrear la escritura (preferentemente consonántica).

1 El fragmento dice: «Está habitada por mucha gente que habla el más extraño lenguaje de todas las regiones de esta parte, pues hablan con los bezos como si carecieran de lengua» [ibídem].